El caminante mira la punta de sus pies
una huella y otra va dejando ensimismado
y sigue con largos pasos marcando su destino
que termina en la orilla de un gran precipicio
las marcas no tienen retorno, solo son de ida.
Se abre un gran paracaídas
y cae suavemente sobre un prado con flores
ya llegan a esperarlo con lo brazos abiertos
las miles de esperanzas que esperaban el cambio.
Un bello poema con un final alentador.
ResponderBorrarGracias Marta.
El camino es infinito,tenemos que eestar atentos para ver las señales que la vida nos da.Hoy estoy aquí...
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